Caminos - Esther Solano

 


Cuando tenía dieciséis años, íbamos a casa de nuestro amigo Aarón dos o tres veces por semana. Saliendo de clases tomábamos el camión, bajábamos en la parada conocida como “Los rápidos”, caminábamos varias cuadras de subida, pasando la glorieta doblábamos a la derecha, un par de cuadras más adelante dábamos la vuelta a la izquierda y finalmente estábamos en su casa.

Una tarde, mientras caminábamos, alguno empezó a cantar. Avanzábamos y cantábamos. Una tras otra canción, hasta llegar a aquella de Cantares

-        -  “ Caminante no hay camino … se hace camino al andar … caminante no hay camino … y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar…”

Entonces Aarón dijo riendo:

-        - Pero si es el camino de siempre, el mismo de ayer, el mismo de mañana.

Aarón, Luis y yo reímos, los tres estuvimos de acuerdo. Hoy, muchos años después, sé que esos versos están llenos de sabiduría.

Caminé esas calles, ese camino en particular, muchas veces, tantos días, pero un día dejé de andarlo, nunca más lo volvería a recorrer.

Los caminos de mi vida han sido diversos, tan sólo en la Ciudad de México: Norte, Sur, Poniente y Oriente. Desde los límites rurales del área metropolitana, el centro de la ciudad, las zonas industriales, los espacios corporativos, escuelas y Universidades.

Algunos lugares han sido mis espacios, la Universidad Iberoamericana, el Instituto Mexicano del Petróleo, la Torre de Pemex, la Terminal de Autobuses del Norte, la TAPO, Plaza Satélite, Pabellón Polanco, el Centro Comercial Santa Fe, la Terminal 1 del Aeropuerto de la Ciudad de México, la Torre Mayor, casas, departamentos, escuelas, oficinas, bibliotecas, parques, mercados, tiendas, restaurantes, cines, teatros, consultorios, hospitales, oficinas de gobierno.

Conectados por las calles de mi vida: Calzada Guadalupe, Periférico Norte, Carretera México-Querétaro, Circuito, Viaducto, Palmas, Insurgentes, Eje Central, Vasco de Quiroga, Ejército Nacional, Masaryk, Legaria, Colima, Circunvalación Poniente, Adolfo López Mateos, Tamaulipas y tantas otras.

Hoy sé que mis calles son mías, mis pies las recorren, sus imágenes, aromas y sonidos están en mi memoria, mi historia. Sin embargo, son prestadas, temporales: estelas en la mar.

Comentarios

  1. Que hermosa historia gracias por compartir abriste recuerdos y eso es magia que tus palabras logren abrir historias

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    1. Cada uno traza sobre esas mismas calles caminos y recuerdos. Gracias por leer.

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