¿Será igual? - Elena Elizabeth Cortés Arenas

 


“Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.”

P. Neruda

 

Una gran pausa en el transcurrir del mundo. ¿Será suficiente mantener la esperanza de tornar a nuestras actividades cotidianas, a la “vida de antes”?  ver, convivir, mirar de frente, abrazar y besar a nuestra familia, amigos y compañeros,

Aunque sabemos que será difícil, o que el regreso será tan paulatino que solo lo verán las nuevas generaciones. Como sea, ahora más que nunca luchemos por que así sea, pese a la tristeza, a las perdidas, pese a la incertidumbre, temores, miedos y el dolor, levantémonos como siempre lo hemos hecho, para darnos aliento y construir motivos de alegría por la vida.

 Honremos a la vida, viviendo para servir a nosotros mismos y a los demás con palabras de ánimo y fortaleza, ayudar a los necesitados, proteger a la tierra y sus frutos, ser productivos laboral y socialmente, todo eso nos espera en los años venideros, saldrá el sol con más luz y calor para fortalecer nuestro espíritu y seguir de pie. Es lo que deseo para la familia,  amigos y amigas y para todo el mundo.

Es difícil expresar esa extrema combinación de sentimientos ante un tiempo nunca vivido, hay mucho pesar, desánimo lágrimas, dolor.  Conviven con todo ello, vivencias nunca antes sentidas al menos que algún sobreviviente de las grandes guerras y el holocausto lo confirmen.  Alimentemos la certeza de que también estamos aprendiendo a ser diferentes y que de no ser por lo que estamos pasando no sucederían.

Este sombrío período nos ha dado el hacer muchas cosas que soñamos y que la rutina laboral y el estresante modo de vida que implica vivir en una ciudad de las más grandes y pobladas, nos lo impedía. Conozco amistades que estaban separadas de la familia por cuestiones laborales, ahora agradecen el confinamiento por esa unión que tanto anhelaban, sé de personas que no habían conocido a la soledad en persona, eso les ha dado oportunidad de auto conocerse y saberse fuertes. 

 He preguntado a compañeras como se siente me han dicho que muy bien, que hasta ahora no habían poder atender a sus hijos pequeños, siempre en guarderías y en medio de innumerables prisas.

Otros más me han comentado que ojalá las clases siempre fueran a distancia, que anhelaban un año sabático, que no nunca tendrían, o unas vacaciones largas, a más de veinticinco años despertando a las cuatro de la mañana para salir volando al trabajo y dejar media vida en los transportes de dos a cuatro horas al día, y que ahora si bien no están del todo felices, si están a gusto en casa trabajando.

Por desgracias millones tienen que salir a buscar lo del día para sobrevivir sin más opción y otros millones viven la contingencia hacinados, viviendo con el enemigo, en medio de la pobreza y sin tecnología digital que les permita seguir sus estudios y aprender virtualmente.

Otros más han desarrollado aprendizajes infinitos en su desfase digital y tecnológico, otros más ven el campo de oficios y destrezas para la vida. Volver a los tiempos de subsistencia, casi independientes de la industria capitalista, hacerse y allegarse cada familia a recursos, hábitos y creaciones ya olvidadas, hervir el agua, en lugar de comprar miles de aguas embotelladas como hacían nuestras madres, aprender y confeccionar como antaño ropa, cojines, cortinas, en lugar de pagar por ello.

Cambiar hábitos de alimentación, aprovechar al máximo los alimentos, redescubrir aprendiendo en los tiempos de ocio, conocerse a fondo con la familia con la que convivimos, ser solidarios con los más olvidados, leer con todo el tiempo a favor, reaprender rutinas de limpieza, apreciar y valorar los lazos de amistad.

Aprender de la resistencia y la paciencia, pero sobre todo, sabernos hermanos con pueblos tan distantes y desconocidos, conocer la otredad con empatía extrema pese a los pesares, pesa a lo incierto del futuro y con ello aseverar con toda fuerza que la vuelta a la luz será de todos o de ninguno, porque el hacer individual es como el aleteo de la mariposa que desencadena movimiento al infinito para tocar, mover y hacerse sentir al otro extremo del mundo.

Que un pan sea compartido por siempre, qué un abrazo sea bienvenido sin importar raza, credo, religión. Que los regalos de vida  y los frutos de la tierra sean siempre para para celebrar la vida de cada uno de los integrantes de esa gran comunidad mundial a la que pertenecemos. ¡Solidaridad, Paciencia y Resistencia!

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