Decir "te quiero" - Salvador Carrillo
Me he atrevido muchas veces a decir “te
quiero”, verbalizar “me gusta compartir mi tiempo contigo, de verdad disfruto
cuando pasamos el tiempo juntos”. Me ocurre después de charlar durante un largo
rato y luego de compartir intimidades con quienes realmente quiero.
Un día, después de mucho tiempo de amistad
y de estar platicando un buen rato, dije: “Eres un gran amigo, a quien quiero
mucho”. Entonces, abrió los ojos como platos, él me respondió: “Yo también te
estimo”.
Se cortó la plática, se me atragantó
el bocado de lo que estábamos desayunando en un pequeño restaurante llamado
“Mister Owens” y nunca más volvió a ser igual. Un raro pudor se apoderó de mí y
me di cuenta de que entre hombres está vedada la frase te quiero, las causas
son muchas y las consecuencias tal vez previsibles. No las vi.
En otra ocasión también dije: “Te
quiero, y te quiero mucho, sé que te lo puedo decir sin temor a equivocarme”.
Mi interlocutora casi dio un grito y me dijo: “¡no, no por favor! a mí no me
quieras de esa manera”. Entonces quien peló los ojos como platos fui yo, y le
contesté: “Bueno ¿acaso existe otra manera de querer o de que se quieran un
hombre y una mujer?” En ningún caso se me ocurrió, ni siquiera imaginé terminar
la charla entre sus brazos y mucho menos en la cama juntos.
He tenido que digerir, en más de una
vez lo que digo porque el entusiasmo me gana y después tragarme mis palabras y
mis actos. ¿Por qué ahora tengo miedo de decir lo que siento?
El cariño y la espontaneidad emergen
cuando los sentimientos se conjugan, eso se parece mucho al amor. En mí, me
arrebata la cordura y deja un profundo miedo a que todo muera.
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