Veo para adentro - Nathán Grinberg- Zylberbaum
Cierro
los ojos, veo para adentro ¿Qué veo? Tejidos en una manta blanca, finísimos, creados
con amor. Trato de buscarlos, recorrerlos, pero, se han borrado: la tonalidad
cambia, la temperatura cambia. Hace calor, treinta y siete grados.
Bajo
por un tubo lleno de anillos. Me siento movido por una turbulencia que sube y
baja sin parar. Una cadencia con que se infla y luego se desinfla, tranquila,
frágil, como si fuera una ola.
Su
revestimiento es cada vez más angosto y, a pesar de la delgadez de sus ramas,
puedo pasar a un centro de ebullición. Donde hay intercambio de gases, oxígeno,
el gas de la vida trocado por bióxido de carbono.
Llego
a una minúscula dilatación, el tejido se ha modificado, lo traspaso. Ahora, a
una velocidad vertiginosa, me muevo dentro de una corriente roja con múltiples estructuras
carmesí que se estrellan conmigo y me transportan en su flujo como una
resbaladilla gigantesca, estructuras redondas que parecen dulces.
Sin ningún esfuerzo por
mi parte soy transportado hasta una gran cámara, estruendosa. En un vaivén que
se repite: uno, dos; uno, dos. Quisiera taparme los oídos, pero no puedo. No
tengo control de mí mismo.
Lo único que sucede, aparte
del ruido estruendoso, es un remolino me transporta a otro tubo enorme. Lejos,
por fin, de ese ruido tormentoso, que es el bombeo del centro del cuerpo.
De repente, las cosas cambian,
he llegado a un punto fijo, a un laboratorio gigantesco donde suceden cambios inverosímiles
de moléculas.
Después
de este descanso, vuelvo a entrar a una corriente en donde ruedo y ruedo como
las pequeñísimas estructuras rojas y blancas que me rodean.
Empiezo
a sentir frescor, la temperatura ha bajado. Distingo una serie numerosa de
apéndices que se encargan de expulsar sustancias indeseables.
De
pronto cambia el color de la substancia que me arrastra, se ha vuelto azulada.
Pero el flujo es igual de fuerte, corre raudo hasta volver a la bomba central y
soy expelido, finalmente al tubo de los anillos y expulsado para quedar fuera de
este viaje.
Y me despierto, me
despierto bañado en sudor.
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