LA VIDA ES UN CUENTO - Marichoni

La vida en sí es el más

 maravilloso cuento de Hadas.

Hans Christian Andersen

 

    Sí, la vida es un cuento y por eso hay que contarla, porque los cuentos son para contarse.

    El cuento es un género literario que combina la fantasía, la imaginación, los sueños, los sentimientos positivos y negativos, ¡qué más da!...

     Al fin y al cabo el cuento los reúne todos, los programa para que convivan, casi nunca los separa. En los cuentos, rara vez se vive todo en negro o todo en multicolor…

   Pero volviendo a ellos, como género literario que describen la vida y que  permiten trasladarlos a casi cualquier relato, los podemos encontrar: como fábula, cuando se hace hablar no sólo a los animales sino a cualquier objeto que sirva para contar la vida, haciéndolo hablar para que cuenten secretos que, de otra manera, se mantendrían guardados en un para siempre.

    Cuando somos pequeños, queremos escuchar los cuentos en los que  las  hadas y los gnomos le dan vuelo a nuestra despreocupación; pero al llegar los primeros cambios, esos que nos hacen dejar de lado los que durante un largo tiempo nos ayudaron y nos dieron compañía, aparecen las novelas de amor, las que sólo existen en la imaginación, las que no corresponden a la realidad,  las que relatan la vida como  un cuento de amor eterno, a veces con un desenlace feliz, pero tal vez allí pueden empezar a aparecer los cuentos de terror en aquellos sucesos que nos hielan la sangre y nos llevan a ver

fantasmas, a sentirnos perseguidos, a creer que tenemos que salvarnos ¿de qué? Tal vez de nuestra propia imaginación…

     Esos cuentos de terror que a veces nos exigen dejar los sueños para empezar a contar otros más creíbles, más cercanos a ese realismo mágico que no queremos soltar… Y así empezamos a contar la vida para volver a creer en los cuentos de antaño, explicando, sin ninguna necesidad, lo que nadie pide que expliquemos… hasta que volvemos a contar esos primeros cuentos que cuentan la vida en relatos que queremos conservar, aun cuando tenemos que vivir cada día en la concreta realidad.