Volver - Elena Elizabeth Cortés Arenas

 


Viaje de corazón. Kelly Rae Roberts

Me gustaba ir a la secundaria para ver a mis amigas, nos decimos las tres mosqueteras. Desde primero nos conocimos, parecemos hermanas, andamos siempre juntas; nos prestamos los plumones, nos ayudamos a la tarea y compartimos el lunch.

Paola toma clases desde Puebla. El año pasado se cambiaron para estar en casa grande; aquí vivían en un departamento muy chiquito;  ella y todos sus hermanos se fueron con su mamá;  allá tiene casa. Se fastidiaron de no salir, sólo se quedó su papá por el trabajo. A Rosel, no la dejan salir porque tiene que cuidar a su abuela mientras sus papás van a trabajar y también porque le dicen que si sale le puede contagiar el bicho a su abuelita.

También me gustaba ir porque le hacía dibujos a Adrián, casi a diario me pedía uno: un dragón, un zombi, la paloma de la paz... Me gusta dibujar desde que era pequeña. Los colores me atraen; ver cómo voy llenando las hojas en blanco y de repente ya está, un muñequito, unas flores con todos los colores del arcoíris. Dibujar me hace olvidar muchas cosas que no me gustan. He llenado dos cuadernos blancos en lo que va de la pandemia. Quiero enseñárselos a mis amigas y a Adrián.

Las clases en la compu o en el cel, no me gustan, les he dicho a los maestros que no puedo abrir la cámara y a veces ni el micrófono. Todos me regañan o me amenazan que me van a bajar puntos. Si abro el micrófono, se oye todo. El perro siempre está ladrando; a veces mis hermanos más pequeños se andan correteando, o mis papás están peleándose. Por más que les digo que se callen mientras tomo mis clases, nadie me hace caso.

Y la cámara, la verdad no la abro porque se ve la pared de ladrillo y no me gusta que vean a mi familia que pasa atrás de mí. La compu la tenemos en la sala para usarla todos.

Ya merito vamos a entrar, y siento en la panza como cosquillitas y nervios.

Estas noches no puedo dormir rápido. Me la paso pensando qué voy a hacer, si veo a Paola y a Rosel, ¿Cómo quitarme las ganas de abrazarlas, hacer bolita para platicar? ¿Cómo no acercarme a Adrián y oler su perfume? Algunos días percibo su perfume por segundos y corro a la ventana por si acaso pasa cerca.

Tengo miedo de regresar y que me enferme. Y más miedo si yo contagio a mis hermanitos o a mis papás.

Para qué ir a la escuela si no podremos abrazarnos y hacer la bolita para platicar, no comer lo que llevan las demás, no estar cerquita de Adrián. Me gustaría acercarme a él cuando platiquemos. Su perfume, qué suave aroma y yo bien pegadita para respirarlo profundo.

Me imagino que estaremos tristes en el salón, mirándonos solamente y que no saldremos al patio. Pienso en cómo jugaremos ahora y lo triste que será comer cada quien su lunch sin compartir. ¿Me conformaré con mirarlos?

Algunas noches pienso que no es necesario regresar, me da miedo. Otro día ya quisiera regresar, imagino la alegría de ver a mis mosqueteras, a Adrián con su cubreboca pidiéndome un dibujo a un metro y medio de distancia y yo sin poder percibir su perfume.

Ahora será más difícil que seamos novios. Las últimas veces que nos vimos en la escuela esperaba que me lo pidiera. ¿Cómo ser novios sin poder acercarnos? Dice Paola que cuando tuvo a su primer novio se besaban en la boca; yo no quiero besar a Adrián usando cubreboca.

He visto que mamá tampoco puede dormir en estos días. Ya tiene listos los uniformes, está preocupada porque ya no nos quedan,  las mochilas están muy desgastadas. No deja de estar dándonos recomendaciones: acuérdense de no abrazar a nadie, no coman ni beban lo de sus compañeros, guarden la distancia, pónganse el gel, no se quiten el cubrebocas. También oí que platicaba con papá diciéndole que guardara bien el dinero, que pronto empezarían los gastos de los pasajes.

Todo eso pienso cuando no puedo dormir.

Comentarios

  1. Felicidades tía está muy bonito tu libró, está muy bonita la historia de las tres amigas

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    1. Es la realidad de muchos niños que están viviendo actualmente con las clases virtuales y con lo de la pandemia está muy canijo

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    2. Le agradezco su tiempo para leer y su benevolencia con el cuento. Una realidad compleja que superaremos todos juntos. Los abrazo con mucho cariño. Gracias.

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    3. Por favor lee hasta el final, es importante para mí...y quizá para ti. Había una vez una muy solitaria niña que habitaba mundos imaginarios y muy solitarios...y conoció a otra niña, que se llamaba igual que ella. O maravilla, desde ese momento ya no estuvo sola, había alguien más, una palabra, UN NOMBRe. Las cosas, las personas cuando tienen nombre se vuelven poderosas, adquieren significado, esencia, SER. Desde entonces, ese SER, siempre hasta hoy, siempre ha sido parte intrínseca de mi propio ser. Pero un maladado día, muchos años después (el contacto entre ambas,casi no existía, pero Existía) me llamaste por teléfono y ella, la del nombre igual al mío, me dijo que se alegraba de ser mi amiga...y en ese instante, mi alma llena de gozo te contesto con palabras mal escojidas, que pronunciadas fuera de contexto son hirientes y desdeñosas, mismas que asimilarse al momento y cortaste la comunicación...para siempre. Jamás quisiste escucharme. Ahora, por favor lee con atención y escucha con el alma. Quién te dijo que tú eres mi amiga? Tu eres parte de mi pensamiento, de tu esencia y la creación de una personalidad. Han transcurrido cincuenta y tantos años y tú nombre, igual al mío se ha convertido en un mantra que ha navegado conmigo y a sido repetido !tantas veces! Gracias por existir en este nuestro tiempo. He encontrado tu blog apenas hoy y me dispongo a conocer más de ti a través de tus letras. Perdoname si alguna vez lastime nuestra extraña amistad. a. Elizabeth.

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