EL AMOR EN TIEMPOS DE COVID - Esther Solano

 Hace meses fue instituido, a nivel global, el aislamiento protector. Nos refugiamos en el interior de nuestras casas lejos de los demás, ya que todo humano puede ser portador del coronavirus y por ende fuente de contagio. En resumen: los otros son el enemigo; la cercanía, un riesgo. Ha comenzado el tiempo del amor sanitizado. No basta una mascarilla y guantes para protegerte del peligro que representan los demás, sino un proceso de esterilización completo: distancia, productos químicos desinfectantes, aerosoles antisépticos, rayos ultravioleta, jabón y agua.

¿Un beso? ¿Cómo crear un beso higiénico? ¿Será necesario plastificarse por completo?

No es necesaria una herida abierta para contagiarse, basta con un cortés saludo, el roce de las yemas de unos dedos, un suspiro se torna letal.

Un abrazo sería tan impensable y suicida como dejar que una boa te envuelva. Sin romper tus huesos el COVID cortará tu respiración, hasta que finalmente la asfixia te deje inerte. Al igual que el reptil amazónico, el virus devorará tu individualidad, serás tragado y transformado en un número más de la estadística.

¿Cuál es la opción? ¿Tendremos que amarnos en realidad aumentada?

¡Demos la bienvenida a la era del amor digitalmente transformado!

¡Ámame, pero no me toques!

¡Quiéreme, pero no me rodees con tus brazos!

¡Deséame, pero no te atrevas a entrar en mi burbuja!

 

Aunque según sabemos, amar significa volverse vulnerable, es cercanía, contacto, intimidad, aproximarse tanto al otro, que se desdibujen los límites de cada uno, hasta conformar el borde del nosotros. Sin embargo, hoy, no es posible, no es permitido, no es razonable, entonces surge el nuevo nosotros, que es tan estable como nuestra conexión de internet y tan duradero como la carga de la batería de nuestro teléfono celular.

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