Recordando - Marichoni
Los abuelos son magos que crean
recuerdos
maravillosos para sus nietos.
(Autor
desconocido)
Recuerdo a mis abuelos que nunca fueron
viejos, ella murió con ochenta y siete años y él murió de noventa y un años,
con cinco meses de diferencia y a pesar de contar con tantos años, ellos no
eran viejos. Se amaban como cuando eran jóvenes, eso lo intuyo porque,
lógicamente, no los conocí en ese tiempo. Eran amigos y compañeros, ella sabía
interpretarlo con sólo mirarlo y él, como dijo durante esos cinco meses que
mediaron entre una partida y otra, “Yo ya me tengo que ir porque nunca he
hecho esperar a mamá Maruca”.
Mis
padres, los abuelos de mis hijos, tampoco fueron viejos, a mi mamá, apenas le
dio tiempo de traspasar por dos años, esa famosa llamada tercera edad. Él se
fue con casi noventa y cinco años, veinte años después y extrañándola día a
día. Pero no era viejo y yo decidí tratarlo a lo más como un hombre maduro,
pero no viejo. Nunca dejó de hacer esfuerzos en su vida y, si lo intentaba yo
no lo dejaba… Mi abuelo trabajó hasta
un día antes de morir y mi papá lo hizo hasta la edad de ochenta y cinco años,
de manera formal, los últimos diez años siempre se ocupó en algo.
Ahora tengo un tiempo entre la edad de mi
padre y la de mi madre y los que pudieran haberme llamado vieja, mis hijos, no
lo hicieron porque no creyeron, tanto que cada, uno, a su tiempo, se fue despidiendo,
dejando en casa a alguien que todavía no los necesitaba. Eso les dio libertad y
tranquilidad.
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