Tregua - Esther Solano

 


Ayer terminó 2020. El año en que, el apocalíptico jinete de la enfermedad, galopó libre por las ciudades del mundo entero. Los cascos de su caballo hicieron mucho ruido sobre el asfalto, retumbaron. Para no escucharlos, nos tapamos los oídos y nos escondimos debajo de camas y mesas, al interior de los clósets. Guardamos silencio y aguantamos la respiración esperando que pasara de largo.

En mi Ciudad, sigue corriendo, poderoso e indomable. Creo que nos acostumbramos a ese sonido ominoso, como lo hemos hecho con el tráfico, con el mal olor de las alcantarillas o la inseguridad. A pesar del estruendo, volvimos a salir a las calles, no sin consecuencias. Hombres y mujeres, viejos y jóvenes seguimos cayendo.

Es una guerra, las líneas frontales sufren pérdidas. Cada batalla cobra su cuota de sangre. Lo sabemos. Lo aceptamos. Intentamos avanzar, enfrentarnos al enemigo con altivez o descuidado desdén. Continuamos hombro con hombro de los nuestros. El siguiente puede ser el de junto, puedes ser tú. Es igual, la línea de fuego espera.

Esta mañana se escucha el silencio, es la tregua por el Año Nuevo. Creemos – aunque sea por un momento – que todo irá mejor, elevamos una oración. Confiamos.

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