Tejiendo - Salvador Carrillo
Últimamente he participado muy de
cerca con algunas familias que están viviendo un duelo trascendental. Una
familia perdió a la Madre por una enfermedad antigua, otra a un hijo por un
accidente de aviación y otras más tuvieron que enfrentar la separación
definitiva de la pareja, demasiadas pérdidas se presentan inesperadamente.
La muerte de la persona o la muerte
del amor nos enfrenta inevitablemente con el árbol del bien y del mal. Es
momento de poner a prueba todas nuestras creencias.
Recuerdo que estuve acompañando a una
de esas familias, la mujer que murió era al mismo tiempo, esposa y madre. Ella
siempre ocultó una enfermedad que la llevaría más pronto que tarde a la muerte.
Nadie presintió o intuyó que las cosas no andaban bien, siempre elegante y
arreglada. La familia me invitó para participar con todos sus hijos, nietos y
por supuesto con su esposo, muy dolido, en un ejercicio de qüilting -bordar un
mantel con las imágenes alusivas a la historia de cada uno con ella.
Cuando tejemos o cuando bordamos, usamos nuestras manos, obedientes a los mandatos del alma. Cosemos puntadas de
amor y de coraje, emociones guardadas en nuestros corazones.
Si tejiera mis sentimientos, los
bordaría todos juntos para formar un puente al cielo. Imaginen esa vereda
multicolor colgada desde el último rayo de sol hasta más allá del arcoíris.
Si pudiera hacer una trama con mis deseos, los
adornaría con hilos de plata para construir una escalera que llegue
a la luna, y que aún en las noches oscuras su brillo alcance a iluminar
nuestros corazones.
Quisiera poder hilar mis heridas para
formar una cobija tan grande que cubriera todos los sueños que no he realizado.
Me gustaría tejer mis anhelos y
tenderlos en el suelo para reconstruir el camino andado. Para los que temen
alcanzar la gloria y para aquellos agobiados por la vida que necesitan un
camino visible, adornado con miles de figuras, todas las que caben en nuestra
imaginación.
Desearía que cada vereda hecha con mis propias manos, de
lino o lana, de manta o seda, se deslizara entre
mis dedos y entre los huecos de mi corazón antes de tocar la eternidad.
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