Multiplícalo por cinco - Marichoni

 



5: El más dinámico y energético,

5 sentidos y 5 dedos en cada mano y cada pie.

5, la inteligencia y la sabiduría

5, máxima bendición.

 

    Como un sueño de infancia: Ya es hora de dormir, piyama y muñeco están acomodados en la cama.

 La piyama para la comodidad, el muñeco para llenar los sueños, esos en los que yo veía a varios pequeños que requerían cuidados y mucho, mucho amor.

    Pronto, el muñeco empezó a hacerse real, pero a diferencia del Pinocho del cuento, no se le exigía nada a cambio, no requería transformación. Era, por sí mismo, la expresión de aquello que en otro tiempo, soñando, me imaginaba: un niño verdadero a quien entregarle ese amor de los sueños.  

    El hogar se transformó: camitas nuevas, juguetes, mucha leche y mucha ropa, el niño no estaba solo, eran cinco los hermanos.

   Poco a poco, de año en año, uno por uno, fueron dejando la infancia, y yo, sin darme cuenta, empecé a quedar atrás.

     Fueron años de ajetreo, de ir y venir por ellos, de contar del uno al cinco cada noche, para saber si las camas ya estaban ocupadas en la totalidad.

     Pero, de la noche a la mañana, los vi cambiar, ya no eran los mismos. No, era una imagen equivocada, cada día eran más ellos mismos, y yo, los contemplaba con muchas interrogantes: antes, estar conmigo era suficiente y ahora… parece que no; antes, me preguntaban y ahora… parece que no, ellos tienen la respuesta; antes, yo sabía mucho y ahora… parece que no, ellos me van superando.

 

  Esto no estaba en mis sueños, ahora lo estoy viviendo, y creo que lo descubro como el riesgo del amor. Cuando iba a la cama a abrazar aquel muñeco, el que nunca se iba ¿me lo hubiera imaginado? No, claro que no.

    Los muñecos que son de verdad se van porque tienen sus propios sueños y los tienen que alcanzar. 

    El tiempo, de un de repente, me llevó a preguntarme. ¿Esto significa la vida? Sí, amarlos sin ataduras.

    Pero algo que no imaginé llegó: el tiempo de la cobranza, ellos se vieron igual que yo en otro tiempo, con nuevos muñecos que requerían cuidados y mucho, mucho amor.

    Esto que se repite me hace volver a soñar, ahora el cinco, factor de la multiplicación se convirtió en varios enteros y una pequeña fracción.

    Eran trece nuevos muñecos que me dieron las regalías y les pasé la factura que un día de tantos, hace varios años, cuando esos cinco muñecos reales se fueron en busca de sus propios sueños, la guardé en un cajón, sin imaginar quién sería quien me la traería multiplicada, por mucho más de lo cualquier banco me daría.

    Ellos siempre tendrán un lugar en mi casa, yo para ir a la de ellos, necesito invitación.

     Eso es el amor, siempre da altos dividendos.

    Si alguien me preguntara si lo volvería a hacer, sin mucho pensarlo diría: Sí, claro que sí lo haría, valió muchísimo la pena.

    Pero la vida solamente tiene camino de ida…

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