Maestros: Artistas del Aprendizaje - Marichoni
Enseñar es enseñar a dudar
Eduardo Galeano
¿Quiénes son, quiénes han sido y quiénes nunca
dejarán de ser mis maestros?
Al principio fueron mis padres que,
en el contacto silencioso de su vida, sin necesidad de preguntarme cómo estaba (no
se usaba), permitieron que fuera yo misma poco a poco.
Los abuelos,
con su pie firme en la tierra para dejar huella imborrable, me decían que, si
quería permanecer, cada día tenía que esforzarme por encontrar mi expresión
personal. Gran enseñanza.
Esos hermanos, cómplices de mi historia, me
dijeron con su existencia: aprende a esperar, comparte y trata de multiplicar.
Esa era la realidad.
Los grandes maestros: mis hijos, con un
poco de mí en su ser, me dicen con su vida: la diferencia es lo que nos une, lo
que nos da sentido y complemento. Ellos son la inspiración que se renueva con
cada amanecer para seguir aprendiendo de eso, precisamente, de la diferencia en
la semejanza.
En una edad más tardía, encontré otros
maestros, cautivadores todos, con distinto código: los nietos, y me volví
intérprete de significados diversos. Ampliaron mi horizonte y mi marco
referencial. Una lección diferente cada día. Grandes, grandes maestros.
Años felices de escuela, con una variedad
de maestros, pocos se olvidaron, pero muchos marcaron el rumbo de pensar
reflexionando, de analizar para concluir y tomar decisiones con orientación.
Las amigas me han enseñado variadas
formas de ver la vida, de abordar compromisos, de sostener una presencia en los
buenos y malos momentos, ofreciendo compañía gratuita que me invita a la
transformación.
Un maestro inesperado: el espejo que
me devuelve una imagen de quién soy en verdad, a él no lo puedo engañar, no hay
ficción, solo soy yo frente a esa reproducción de mí misma.
Mis errores, los grandes maestros
especializados en mostrarme cuando se ha confundido el rumbo y necesito
retomarlo.
Las circunstancias, son obvias, no
las puedo desconocer, si no las acepto, me pierdo, ellas son el límite y el
parámetro para ser. Quien educa es la realidad.
Rosita y mis compañeros de taller, como
maestros del cuestionamiento en su: ¿qué quisiste decir? Deja solo lo
necesario, quita la paja y quédate con lo esencial. Eso intento hacer en la
vida: quedarme con lo esencial. Maestros todos al fin.
De los alumnos, con su hacer, aprendo
de su apertura, de su aceptación y transparencia. No hay caretas y me dicen: no
me enseñes a ponérmelas. Su honestidad me hace deshacerme de las mías.
Por último, hay que traer a colación al
Maestro de Maestros, Jesús, que me enseña a ser con otros, llamándolos
hermanos, soy yo Camino, Verdad y Vida. Así es mi recorrido, buscando la
verdad, viviendo y dando vida.
Para terminar, cumplo con hablar de los que
representan la antítesis de los que me ayudan a aprender.
Hay muchos: gobernantes infieles a la
verdad, personajes destructores con su sola presencia, indiferentes, revestidos
de egoísmo que despiertan la venganza.
Sin embargo, quiero mencionar a alguien en
especial, a Carlos Alazraki por su ofensiva e injusta Carta a los Maestros. No
enseña, solo juzga y generaliza, se convierte en una declaración de su
ignorancia.
Comentarios
Publicar un comentario