MI PETIRROJO MENSAJERO - Marichoni

A esas niñas adoradas para 
las que formulé el código.

No sé cómo ni cuándo inventé a mi personaje: un petirrojo mensajero.

     Isabel, mi tercera nieta, como toda esa generación amada, estaba lejos de mí, no mucho porque con dos horas de autobús, podía llegar con ella. Pero cuando se me ocurría algo que le quería contar y la niña no estaba junto a mí, me consolaba buscando entre los aires o entre las hojas de los árboles algún pajarito que llegó a importarme poco que fuera petirrojo, petiamarillo o peti de cualquier color, para enviar, con él, mi mensaje a Isabel, que consistía en un buen deseo o en algún relato que anhelaba compartirle. Isabel creció y el estilo de comunicarnos cambió, pero esa forma de enviar mensajes quedó como herencia a otra de mis nietas que  se hallaba a una distancia mucho más lejana: a Natalia.      

Mi petirrojo mensajero volvió a tener trabajo y empecé a encargarle el envío de mis mensajes, mi amor llevado por los aires, sobre las alas o en el pico, para decirle lo que yo directamente no podía contarle. 

    Tenía que decirle al pajarito exactamente lo que había en mi corazón, esperando que él no modificara demasiado el mensaje, pues  recorrería  grandes distancias, aunque el que llegara con ellas no fuera él mismo pajarito, como aquellos correos mesoamericanos que iban de uno a otro hasta llegar a su destino, uno a otro se dijeran lo que yo le había encomendado: “Lleven por los aires un amor que está vivo, recuerden que ustedes que ahora son parvada, son los encargados de llevarme en espíritu”.

    Ojalá fuera verdad y esos pájaros que vuelan en libertad sean capaces de comunicar el amor con toda naturalidad, sin modernismos tecnológicos, pero con formas que permanecerán hasta que la vida se consuma.

        Así fue como creamos un vínculo los pájaros, mis nietas y yo, porque necesito al mensajero para que le diga a todas, a las ocho, el amor que les tengo.

         Las amo con todo mi corazón y a los pájaros les agradezco la gran ayuda que me ofrecen en cada vuelo que hacen de ida y de regreso, llevándoles mi amor.             


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