UNA VISITA A MI AMIGA IRENE - Rosa Nissán


         -¡Que bueno que viniste! ya era hora de que te acordaras de tu vecina, ahorita nos tomamos un café, nada más termino de lavar los biberones, no tarda en despertar la nena y si no está su botella lista se pone furiosa.
         Por suerte hace ocho años mi último hijo dejó de ser bebé, ocho años de estar alejada de este rito: tallar el fregadero, ocho biberones, guardar y el zacate y el jabón y el cepillo alargado... y enjuagar uno por uno, y acomodarlos en la esterilizadora,  después cada chupón, cada rondanita en un frasco que mete también dentro de la olla y mientras calentar el agua para la leche.
         -¡Martina! no vayas a confundir el jabón de los trastes con los de la nena. Oshi acompáñame a cambiarla. No tardo, ya ves que rápida soy. La bebita ya está despierta.
          Irene le hace gestitos azules, blancos, amarrillos y la hace reír, la levanta y la acuesta sobre la bañera.
         - Esta hecha caquita...
          Moja un algodón con aceite Mennen y la limpia una y otra vez.
         - Señora, le habla el señor.
         -Acércame la bocina, y mete los pañales ¡no vaya a llover! ¡Hola mi vida! ¿Cómo estás? ¡No me digas! ¡Qué bueno! ¿Ya ves? Te dije que todo iba a salir bien, si mijito. Oshi, plis pásame un pañal ¡en el cajón de abajo! ¡no! el del otro lado. Sí, si mi vida te oigo, no no estoy haciendo nada...
         - Señora la farmacia ¿firmo la nota?
         - Si, pero revisa lo que entregan. Te digo que sí mi vida, aquí esta Oshi, te manda saludos; ya le toca, pero apenas están hirviendo las botellas. ¿Oyes a los grandes? No han parado de pelear, les voy a dar de cenar temprano para que en la noche, qué vienen  Luchi y Paco no den lata; bueno mi vida, pues a ver en qué te entretienes mientras empieza tu junta. ¡Mi vida! please, trae jamón y queso, no vaya a ser que lleguen sin cenar dice colgando. ¡Es tremendo! me habla para ver qué hago. Nada, le digo, haciendo botellas, platicando con Oshi, recibiendo la farmacia, controlando a los grandes. ¡No!, si no estoy haciendo nada. En las noches dice sorprendido: ¡Cómo! ¿estás cansada? ¿Pues qué hiciste todo el día mujer?
         Irene pone pañales limpios a la nena, pijama color de rosa, luego cremita para que huela a bebé de anuncio, la acomoda en la cuna, la cobija, la guarda, le da cuerda a una cajita de música que está junto a la cuna, juguetes para que no se aburra y "espérame mijita, ahorita vuelvo, ahora sí, voy a preparar tus botellas.
         - Oshi, vamos a la cocina, es cosa de un momento, ahora le doy leche evaporada y es más rapidito, no es tan latosa como la de polvo.
         Bajamos las escaleras a paso veloz, la paciencia de Gabrielita tiene límites; quemándose los dedos, Irene destapa la olla, saca los biberones y rápido les pone tapita a cada uno para no darles chance a los microbios.
         - Martina, pásame el destapador.
         - Abre la lata y echa la misma medida a las ocho. "Mamá, Gabriela está llorando" "Dios mío, ya me ganó, mécela mijito" Les agrega agua hasta casi llenar la botella, le tiemblan las manos. "Es que cuando está desesperada, me pongo nerviosa, ¿Ves? toda el agua se me cae fuera de la botella: dos cucharadas de miel "Karo" a cada una, les pone cubre chupones y sonríe satisfecha. "Martincita, no se te vaya a olvidar meterlas al refri cuando se enfríen"  Acerca un biberón a su mejilla para sentir que no este demasiado caliente. "Chín  hay que enfriarla, si se la doy así se pone negra de coraje, así como la ves de calmada, es bien berrinchuda"; abre la llave del agua fría y la deja correr encima, saca una receta médica del cajón. -"¿gustas un yogurtito? En un momento nos sentamos. ¿Qué le toca ahorita?  -dice revisando la receta del doctor. Ah sí, chícharos. Lo bueno es que le doy Gerber y media yema de huevo cocido, ¡Chín, ya se pasó de fría! va de nuevo a la estufa, saca un pocillo, le pone agua, la mete y le prende. Toma una cucharita, los chícharos molidos, la botella y subimos.

         - ¡Martina, sube la media yema de huevo!
 Le coloca un baberito y empieza por la verdura que la niña devora al instante, luego lo demás. -"Gorda, ¿y tú como has estado? ¿bien?" –Señora, le habla el doctor Gonda, ¿acerco el teléfono?" "Si quieres le doy mientras hablas" "Sí, porfa, me urge hablar con él."
         Me acomodo en el sillón, tomo a la niña y le doy su mamila. Se me queda viendo con coraje, aprieta los ojos para no verme,  hace unos gestos horribles. No quiere comer y con asco empuja el chupón. Por más risas, cariños y ositos que le hago, nada.
Al fin vuelve Irene.
         - A lo mejor no la quiere, porque necesita eructar.
         La levanta y la recuesta boca abajo en su hombro. Al poco rato sale de su estómago un sonido seguido por el aplauso de Irene.
         - ¡Bravo! ahora si Oshi,  verás cómo se la acaba, es una niña muy buena.
          Efectivamente, se la termina en un tirón, Irene la acomoda para que vuelva a eructar y la deja sobre la bañera. Mientras, le pone una sábana limpia a la cuna, encima un pañal de franela y la acuesta boca abajo, le da las buenas noches y cuerda otra vez, a la cajita de música. Y apaga la lámpara. Salen del cuarto oyendo Bailarina, melodía que ella guardará en su memoria.
         - Oshi, vamos a que te dé el libro que me pediste, el café ya ha de estar bien frío.


         Regresa a mí el recuerdo de cada uno de mis hijos y los años en los que viví envuelta en los rituales que Irene hizo hoy. Procuro que no se me note que tengo los ojos nublados y la voz a punto de quebrarse. Y no puedo quitar de mi cabeza, lo que Poncho me dijo cuando decidí irme de su lado:
         - Si quieres que nos separemos, por mí no hay inconveniente, pero eso sí, el dinero y la casa son míos, yo fui el que trabajé y te mantuve toda la vida. ¡Ah! y mis hijos no te los llevas. Puedes irte cuando quieras, no te necesitamos.


Sub. Es parte de Hisho que… Cuento. Una visita a mi amiga Irene. Releído Junio 5, 2020 Pandemia. Estela

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