UN MAYO CUALQUIERA DE MI INFANCIA - Marichoni


    Era el mes de mayo, el mes de la fertilidad para los griegos, el mes de la siembra para los romanos, el mes de María para los cristianos, el quinto mes del año, plena primavera en el hemisferio norte.
    En México, las jacarandas en flor hacían que el cielo se pintara de violeta por el reflejo de la flor, y el suelo tomara una coloración lilácea por las que tapizaban las banquetas, al caer del árbol cada día.
    Empezaba mayo, mayo florido como decía mi abuelita, por las flores, además de las jacarandas, las buganvilias, los agapandos y los malvones.
     Día 1º. no había clases, era el día del trabajo y, por lógica, había que celebrarlo sin trabajar.
    En la escuela empezábamos a preparar el regalo para el día de las madres, un tortillero bordado, una carpetita que dijera gracias, mamá. Una tarjeta con dibujos, declarando ese amor que, sin pedir nada a cambio, se siente tan claramente en la infancia. Cualquier trabajito manual, por lo que algunas horas del día y con todo sigilo para mantener el secreto, se dedicaban a elaborarlo, uno para mamá y otro para abuelita, envolverlo con moño y todo, para entregarlo el 10 de mayo que, por lógica, no íbamos a clases, pero sí al festival con un bailable, un poema o una canción.
    Allí no terminaban las fiestas, se acercaba el 15 de mayo para celebrar a nuestros maestros, prepararles un regalito, una cartita de agradecimiento y, por supuesto, no íbamos al colegio. Mi mamá era la que iba para compartir el almuerzo con ellos que, ese día se engalanaban de manera especial. Además, ese día marcaba el principio de las vacaciones de primavera, quince días para desafanarse de las tareas, del estudio y del horario hasta el 1º. de junio.
    Pero mayo, no sólo marcaba actividades diferentes en la escuela, también para mi familia, era mes de celebraciones. El día 6 había fiesta en casa porque era aniversario de matrimonio de mis papás:
Te hice una promesa de amor
Un día 6 de mayo…
    El día 15 también había fiesta en casa, cumpleaños de mi papá que, como coincidía con el día del maestro, las cuatro hijas decidimos ser maestras.
  Ese mes era considerado el mes de María y, por ello, cada tarde íbamos a la Iglesia, al ofrecimiento de flores. Nos teníamos que poner el vestido blanco de Primera Comunión, el velo y la coronita, aunque también había que dejar de jugar un buen rato para ir al rezo del Rosario.
    Mi abuelita compraba los gladiolos blancos para que, entre misterio y misterio, cantando, lleváramos las flores al altar donde estaba la imagen de la Virgen.
Venid y vamos todas
Con flores a María,
Con flores a porfía…
    Otra fecha importante en casa era el día del santo de mi mamá y mi propio santo, pero francamente, la celebración era de ella: el jueves de la Ascensión. Yo crecí sabiendo que:
Hay tres jueves en el año
que brillan más que el sol:
Jueves Santo, Jueves de Corpus
y Jueves de la Ascensión
    Desde la mañana llegaba Carmen, esa persona tan querida, que trabajó por más de sesenta años en mi casa, con un gran ramo de flores para mi mamá y para ayudar a preparar la comida, a la que estaban invitadas sus amigas. Para la noche había que preparar la cena, pues llegaban los esposos de esas amigas.

    Sí, mayo, durante mi infancia, era un mes de las fiestas, de celebraciones, era el mes para disfrutar en la casa y en la escuela.
     Curiosamente también fue el mes en el que faltaron mis dos abuelas, la materna, el día 1º. de 1950 y el día 2, 23 años después, en 1973, mi abuela paterna, adorada y admirada. Sí, también ellas se hacen presentes entre las fiestas de mayo, porque una fiesta fue la vida de cada una.


     Mayo 2020


    Desde el inicio del mes, ya tenía yo más de cuarenta días en confinamiento para no arriesgar la salud, debido a la pandemia del COVID 19. Ni las jacarandas. ni el sol, ni la primavera, ni las fiestas, ni ninguna celebración en la qué participar, ninguna reunión con la familia.
     ¿Cómo sobreviví? ¿cómo lo superé? ¿cómo llegué a junio? Creo que por la fortaleza de los recuerdos de cualquier mayo de mi infancia, ellos fueron mi gran alimento.

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