PANDEMIA - Rosa Nissán


- ¡Vieja! tengo hambre, ya párate, van a ser las nueve.
- Pero si es domingo, no tenemos nada que hacer. Tengo mucho sueño, espérate  un ratito, y bájale a la tele, no hay que ser.
- ¡Felipa! ¡Felipa! Chín, estas gatas nunca están.
- Si señor.
- ¡Mi café y el periódico! Vaya,  hasta que alguien me hizo caso.
- No seas malito, ¿Por qué esos portazos?
- No lo hice adrede, la puerta del baño se cierra sola.
- ¡Felipa! ¿Qué va a hacer de desayunar? ¡Cómo que no sabe!
- Vieja ¿Sabes qué se me antoja?  Unos chilaquiles verdes con frijoles y unos pastelitos de ésos que me compraste el otro día.
- Está bien, ya me voy a levantar.
- ¡Que bien!, dice viendo el Tele Guia; en la tarde también hay futbol; transmiten desde los Angeles.
- ¡Las once! se enfría el desayuno ¿Por qué no bajan? ¡Están listos los chilaquiles...!
- Espérate vieja, ya se va a acabar el programa.
- Hace veinte minutos que dices lo mismo.
- Trae todo para acá, desayunamos aquí arriba.
- Ahí no cabemos,  además tenemos que subir todo. Puse muy linda la mesa y el solecito está rico.
- ¡Andale, súbela!

- Ay, que bonita mi vieja,  subió todo. Estamos amontonados, pero bien calientitos. A ver, acérquense mis hijas. ¡Unos chiles verdes por favor!
- Vé por ellos. Hoy le toca salida a Felipa, y ya se fue; si se le hace tarde se enoja. ¿Vas a tomar leche o café?
- Rico, vieja, todo muy rico. Pásame la cobija que tejió tu mamá y tápame. Después del desayuno cae bien un sueñito, siéntate bien, déjame poner mi cabeza en tu pierna., hazme piojito.
- Tengo que alzar la mesa, no me gusta dejar el trasterío.
- Caramba no se te puede pedir nada. Siempre pones algún pretexto. Así... así... estate quieta, me encanta que me rasques la cabeza.
- ¡Chín! el teléfono, y  los niños en la calle. Levántate, voy a contestar ¿O vas tú?
- ¿Yo? ¡No hombre! estoy cansadísimo.
- ¡Gordo! es tú mamá, quiere hablarte.
- Dile que estoy bien, que se vengan a comer
- (bajando la voz) ¡Gordo! pero no hay comida, mejor a tomar un cafecito.
- Que venga a  lo que sea. Ahorita compramos algo, podemos salir o pedir comida china.
- Mejor contéstale tú, es contigo con el que quiere hablar.
- Carajo, en esta casa no puede uno descansar. ¿Qué no entiendes que estoy cansado? ¡Claro! como tu te la pasas de floja toda la semana. Y apúrate, quedaste de rascarme la cabeza. ¡Que se vengan a comer! Y súbete las pinzas de depilar, arráncame unas canas.

- Viejo, con estas ya son cuarenta canas, ya me aburrí, además no quiero ver el futbol. Voy a regar el jardín, hace dos días que no me da tiempo. ¡Vamos, ayúdame!
- No estoy loco Aquí estoy bien. Ah, y pide comida, ya no deben tardar mis papás. Sería bueno que pusieras la mesa en el jardín, y haste una aguita de limón.

- Viejo, me dicen que hoy no tienen servicio a domicilio ¿Qué hacemos?
- Ni modo, vas a tener que abrir unas latitas, o vete por unos pollos rostizados.
        
-¿Qué tal comieron? ¿Verdad que a todo dar? Ahorita les servimos cafecito. Me encanta quedarme en la casa los domingos, los restaurantes están atascados y es pésimo el servicio. A ver si se vienen también el domingo que entra; ya les dije a mis cuñados que se traigan a los niños. Donde comen ocho pueden comer dieciocho. Nosotros nunca salimos. Nos gusta disfrutar la casa.

Los domingos descansamos ¿Verdad, vieja?


Sub. artículos Los_domingos_descansamos   22 agosto 03

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