LAS JACARANDAS DE MAYO - Lola G. Casanova


De Carmen Carrara, Formas de amar:
Te amo ciudad este mes de jacarandas
Cuando se alfombran tus calles de violeta
Te amo ciudad más que en enero
Con tu vestido de color infancia.

I
Te amo ciudad este mes de jacarandas, desde luego más, mucho más que en enero, cuando las flores no aparecen en Minerva, quedan aún algunos foquitos de Navidad y el pecho duele de tan oprimido y las lágrimas de tantas, se atropellan sin poder salir. Te amo en marzo y en abril, a veces aun en mayo. Recuerdo otro año, cuando sumida en la tristeza las descubría de repente, como si nada, tan lilas, por no decir violetas que es otra flor, pero las lilas también son flores y las había en mayo en aquel jardín de Wymondham, cuando salía envuelta en la nostalgia, la de entonces que no es la misma que la de ahora, a pasear a los niños en su carrito, o carriola, donde el único parque era el de la abadía, lleno de tumbas y ese otro jardincito con las lilas…decía, cuando me sumía en la tristeza y las veía, tan lilas –aunque esa es otra flor, entonces moradas, como los lirios de Pellicer, pero más brillantes las jacarandas. Es cierto, alfombran las calles de violeta, especialmente después de la lluvia. Y decía, iba triste por la calle de Minerva, era marzo ya, manejaba recordando sin entender, llorando sin poder parar y de pronto, ahí estaban ya las jacarandas en todo su esplendor, como un golpe de volver a la vida, ¿cómo puede estar tan linda la ciudad, tan bien vestida?, cómo sus calles llenas de estas flores y al mismo tiempo en el alma el recuerdo doloroso de la vida que se fue, de repente y sin anunciarlo, cuando más vida tenía y más luz?

II
Hoy vuelven los días de sol, de jacarandas en flor, de asfalto mojado cubierto de esa alfombra violeta. Respira hondo, toma fuerzas, atrévete a vivir, a pensar, a decir.

 III
Pero esto todo era antes, hace algunos años ya. Esta vez las jacarandas no estuvieron a la vista. Al menos no todo el tiempo. Empezaban ya a florear cuando vino el encierro. Unos días antes, las vimos esplendorosas al marchar por la Alameda, pero de pronto se detuvo el ritmo de mi vida, de la de muchos. Desde alguna ventana pude ver de lejos un árbol hermoso y antiguo que floreaba. Eso fue hace semanas. Seguramente hoy habrá ya pocas, o ninguna. Existe sin embargo una esperanza de volver a encontrarlas, reconocer su olor sutil, pisarlas al caminar por las banquetas de la Colonia del Valle. Veremos otra vez la ciudad engalanada. Aferrémonos a esa esperanza.

Comentarios

  1. Cierto Lola, hay una esperanza en volver a verlas de manera directa. Gracias por este texto

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas populares