Escribir en el Taller de Rosa Nissán ¡Un sueño! - Elena Elizabeth Cortés Arenas
En mi trabajo pasan por mis manos
variados libros para ser catalogados, a veces llama mi intención el tema, el
autor, la bella portada, es cuando voy más allá de la catalogación y lo retengo
para leerlo.
A principios de 2019 llegó a mis
manos Novia que te vea, el título me
pareció atractivo, a la autora no la había catalogado, al abrirlo mis ojos se posesionaron
en el prólogo de una de mis escritoras favoritas: Elena Poniatowska.
Leí
detenidamente palabras hermosas con las que presentaba la novela:
“Nunca he conocido a ser humano
más natural y espontáneo. Rosa Nissán se adapta a la vida como una planta a la
tierra, al sol.”…
Su única regla de conducta: su
amor a los demás, sus manos cálidas, su sonrisa, su candente originalidad de
solecito redondo que va rodando gozosa por todas las páginas de su Novia
que te vea liberándonos al liberarse y dándonos el libro más fresco,
más límpido, más puro, más intocado de estos últimos años.”
De inmediato comencé a leerlo, a
envolverme e imaginar la vida de Oshi, verla caminar por las calles de la
lagunilla, de imaginar a su papá, a su familia.
Quería conocer a la autora, saber
de ella y manos al internet, la localice en la promoción de talleres
“Autobiografía novelada” del Péndulo Polanco. ¡Escribir mi autobiografía de la
mano de Rosa! Un sueño.
Anoté datos, horarios, teléfonos
para información. Hablé y me inscribí a finales del mismo año.
El horario y el lugar me fueron complicados,
toda una odisea para llegar, era en mi
horario laboral y la distancia me implicaba aproximadamente entre una hora y
hora y media para llegar y lo mismo para regresar.
Convine con mi jefa salir a cierta hora y regresar a reponer mi
tiempo de trabajo. Al llegar al Péndulo Polanco, al que no conocía, primero me
sorprendió la librería-cafetería instalada en un bella mansión, me dirigí a la
sala destinada para el taller, ahí vi y
escuche por primera vez a Rosa Nissán, me llamó la atención su voz, de tono
alegre e infantil; me invitó a pasar y tomar un lugar en esa pequeña sala donde
los asistentes poníamos toda nuestra atención a la maestra, pronto supe lo que
era una escaleta.
Cuando Rosa pedía que leyéramos, por
mi gusto por la lectura en voz alta, rápido levantaba la mano, me concedía la
palabra. Recuerdo una experiencia muy grata en el taller: haber leído a dos
voces con Rosa el excelente Poema de los dones de Jorge Luis Borges, fue un privilegio.
Resultó ardua la
travesía para llegar al taller, salir veloz del trabajo recorrer en metro la
ciudad de sur a norte, llegar derrapando y salir volando al trabajo.
Me agote. Comenté
a Rosa mi situación, entonces me sugirió el horario vespertino del taller en su
casa, agradecí y me presente en la siguiente sesión.
Llegue a su casa,
tan hermosa y alegre como ella, con vegetación y poemas y consignas en las
paredes. Una mesa enorme abarrotada de asistentes, ella en una de la cabecera, su
asistente muy gentil ofreciendo café o
té, galletitas. Me pareció un grupo cohesionado con trabajo disciplinado
dirigido por la maestra. Siguiendo sus instrucciones de leer un texto, poesía,
etc., posteriormente escribir un texto
propio en cinco minutos, elabore dos o tres textos en las sesiones del taller.
Mi emoción se vio
nublada en el tercer mes del año 2020 por la declaración de contingencia en
todo el país a raíz de la pandemia de horror que hasta la fecha ha marcado nuestras
vidas.
Dejé con pesar el
taller, poco después me enteré de la puesta en marcha de los talleres en
plataforma virtual, me incorporé hasta 2021, con la alegría de volver a ver a
Rosa, escribir y ver nuestros textos en un blog.
Agradezco a Rosa por anidar en nuestro ser el deseo de
ser diferentes, de escribir y ser varios personajes, de darle voz y palabras a
lo cotidiano, a lo corporal, a los silencios, a los deseos imposibles, a lo
inconfesable, a los recuerdos que rondan nuestros cuerpos, sabernos valeros
para alcanzar sueños, de eso está hecha la vida; por creer que podemos
deshacernos en un instante y al siguiente volvernos a hacer; de empujarnos al
asombro con nuestra propia vida; de darnos aliento para no atorarnos en el
camino y sí sucede, luchar a contramarea para salir de ahí.
Sobre todo
agradezco su ejemplo de ser libres para amar la vida.
Comentarios
Publicar un comentario