Cuando el Arte de la Naturaleza me conmovió: México y sus flores - Marichoni

 


        Las flores no es lo único que me conmueve del arte que se encuentra en la naturaleza, ese arte elaborado por el artista perfecto: El Creador. Pero cuando llega marzo y volteo la vista hacia arriba, en cualquier trayecto, por cualquier calle, las jacarandas en flor me cambian el color del cielo, transformándose de azul a violeta, esto me genera otro estado de ánimo ¡duran tan poco! Ese es el arte divino. Cuando llego a la lateral del Viaducto y encuentro al vendedor de rosas, me da un brinco el corazón ¿de qué color las tendrá ahora? De cualquier color, me cautivan.

A finales de octubre, cuando salgo del colegio y paso por el vivero que se encuentra de bajada, y empiezan a aparecer las flores de cempasúchil, siento la gran emoción que me embarga: - ya empieza la temporada de fiestas, -y capto el sentimiento de alegría que me supone ese tiempo, la primera, la fiesta de Muertos. Cierto, aunque parezca extraño, el día de Muertos para los mexicanos es una fiesta.



 

   Hacia finales de noviembre, cuando paso por la calle de Manzanillo para ir hacia el taller de Rosa Nissan cada lunes, mis ojos se detienen en esa casa que tiene un gran árbol de nochebuenas, Cuetlaxóchitl en lengua náhuatl, por esas fechas, empieza a enrojecer poco a poco, hasta llegar a cuajarse de flores de una manera tan hermosa que no puedo más que emocionarme al contemplar el fenómeno de transformación del árbol al pasar del verde a pequeños rojizos, hasta pintarse completamente de carmesí. Me atrevo a tomar una fotografía para detener el tiempo antes de que desaparezcan.



    Sí, las flores me conmueven.

    Estando en Paris, visité en el Petit Palais, una hermosa exposición de la Flor ¿cómo era? Pequeña, con muestras de algunas pinturas de motivos florales. Algunas vitrinas con flores convertidas en joyas: diademas, brazaletes, colgantes, aretes, llenos de brillantes y piedras preciosas, todas elaboradas con formas de flores. Sí, muy bello, emocionante, pero no tanto.

    Mi hija, desde Montreal, me pidió que le comprara la vainilla original de Papantla que venden los voladores que se acomodan en las afueras del Museo de Antropología. Para cumplir su encargo me fui de prisa y, al llegar, un gran anuncio: Exposición de la Flor en México. Las flores otra vez.

    Entré sin más pensarlo, inicié el recorrido de la muestra de las flores en tiempos prehispánicos, obras imperecederas realizadas en piedra, La imagen de la Xochiquétzal, llamada Flor Preciosa, diosa de las flores, de la belleza, del placer amoroso y de las artes…

    Avancé y encontré hermosas y coloridas litografías con las flores clasificadas por su forma y su uso y convertidas en bebida, en medicina, en ornamento.

    Después, el periodo del Virreinato, ilustrado por pinturas que recreaban el ambiente de las flores colocadas en grandes jarrones, en el cabello de las Señoras y jovencitas, en los mantones de la China con los que se cubrían, en objetos elaborados como broches, aretes, collares, sobre la mesa o decorando sus vestidos. Los cuadros de las monjas coronadas, con grandes diademas de flores; y mi admiración crecía, abría más los ojos para no perder detalle y seguía recorriendo las salas. 

    Las encontré recreando los arcos, las chinampas de Xochimilco, los vestidos bordados de las tehuanas y huautlecas, las blusas bordadas, los quechquemilt, los bastones de mando, los ramos de las novias. Y seguía acumulando asombro.

    En la pintura barroca, en los altares con flores talladas en madera o barro, multicolores, en la Corona de la Virgen, en la tilma de Juan Diego.

     Fui concluyendo la visita cada vez más fascinada, leyendo pequeños textos poéticos sobre el significado de las flores, para un país que las cuenta por miles, en variedades y colores, y tiene una especial  para cada época del año, para agasajar, para halagar, para rendir tributo y hasta para curar el cuerpo y el alma.

    Salí y me senté en el auto a agradecer a Dios por mostrarse en ese espectáculo y a mi hija, porque al cumplir su encargo, no imaginé lo que encontraría y a México por brindarme una riqueza que no pueden ofrecer todos los países del mundo.

    Sí, reconozco que fue un momento en el que el arte de la naturaleza me conmovió.

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